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domingo, 29 de mayo de 2011

LO OCULTO, LO PÚBLICO Y NOSOTROS








Conviene evitar, a mi entender, dos tentaciones mayores al analizar las cuestiones políticas en el siglo XXI. Por un lado, el maniqueísmo y el pensamiento gnóstico que convierte todo lo que sucede en un conspiración de poderes ocultos que en un juego siniestro manipulan cualquier cosa que se vea en la superficie pero que en realidad se cocinan siempre arriba y fuera de nuestro control. Por otro, el pensamiento naïf que heredado del 68 y su torrente de performances callejeras genera el kumbayismo o la desaparición de todos los conflictos en aras de otro maniqueísmo del todos contra el mal difuso, pero fuera del mundo real de la política, el poder y la lucha de clases

El estallidodo de un mundo donde las idelogías tenían ubicación física y geoestratégica ha generado un concepto unipolar y posmoderno que usa el lenguaje de la revuelta sesentayochista en contra, por ejemplo, de estados que asumen el legado de la era progresista, basado en el control de los recursos naturales por los pueblos vs. el esquema rentista del capital. Es lo que por ejemplo sucede en la actual guerra de Líbia con la complicidad de muchos que apoyan el movimiento 15-M. Pero igual el maniqueísmo lleva también al absurdo y a la reacción. Si la detención de Dominique Strauss-Kahn se convierte en una conspiración imperial acabamos olvidando aquello que James Petras define con todo rigor:

"El hecho de que algunos sectores de la «izquierda» en Francia y Estados Unidos afirmen que DSK es una víctima de una «conspiración de las élites» es una señal indudable de la degeneración total y absoluta en que viven y de la perversión de cualquier cosa que se parezca a una actitud progresista. (...) El «socialismo colonial» en Europa, igual que el «liberalismo imperial» en Estados Unidos, tiene una larga e ignominiosa historia: ambos «confían» en la declaración de inocencia de un financiero procesado antes que en las acusaciones de una empleada de la limpieza negra e inmigrante, cosa nada rara. Tienen toda una trayectoria de conversión de delincuentes en víctimas y de víctimas en conspiradores... delincuentes".

Considerar el mundo un lugar donde estamos fatalmente sujetos a los poderes ocultos implicaría pensar que Vladímir Ilich Lenin era agente alemán porqué usó el tren que le ofreció Berlin para su traslado a San Petesburgo. Y de ahí al ridículo sólo hay un paso. Distinguir y jerarquizar es tan esencial como usar la razón política para que incluso movimientos como el de los indignados, caótico, demasiado confuso pero nacido de la realidad española -treinta años de derrotas, apatía y rollo consensual-  no terminen siendo juzgados por lo que nunca pudieron ser. Desde mediados de los ochenta, tras la gran despedida y cierre del referéndum de la OTAN, hasta las manifestaciones contra la guerra de Irak, en 2003, la retirada de la izquierda fue tan absoluta que quitando a Julio Anguita no había de donde levantar nada sólido.   

La imprevisible evolución del movimiento 15-M, un poco más sólido desde la agresión policial del viernes 27 de mayo, no la podemos definir como oráculos de Delfos. Confieso que igual que no fui capaz de resistir el consenso de mínimos, el "españoles only", el tabú de las multinacionales españolas, el ambiente de barrio sésamo de la sección mexicana de la acampada, finalmente irrelevante para la lucha que se libra en España, tampoco quiero ni puedo convertirme en un francotirador monomaníaco que usa su pluma para negar toda posibilidad de cambio social nacida de las plazas de los indignados. 

Finalmente, lo que suceda depende de muchos factores y aunque yo pueda sentir que esta época es un derribo de derribos mi punto de vista no cambia nada. Donde yo pueda estar, estaré, donde yo pueda hablar, hablaré, y donde deba denunciar denunciaré, tal cual hice en el caso de la agresión imperial contra Líbia. Pero en el expediente español, hay que ser francos: Antes del 15-M, la degradación de partidos y sindicatos, en su implícita aceptación de la doctrina del shock, era ya tan grande que acusar a este amorfo movimiento de ser un invento manejado por los poderes ocultos de siempre es no ver que estábamos en la lona y nada podía ser peor que la fatal inactividad de la resignación, consecuencia del gran engaño de la huelga general de septiembre del 2010 y la venta al por mayor de los sindicatos mayoritarios.

El maniqueísmo y el kumbaismo son hermanos siameses. Laberintos de la mente que conducen igualmente al autismo desolador. La acción humana sigue estando allá donde menos la esperamos y aunque no podamos ver el sentido final de este juego, lo cierto es que esta vez la pelota está de nuestro lado. La victoria popular del 27-M es algo de lo cual podemos sentirnos orgullosos. Simientes de algo en ciernes donde podemos quizás dejar de contar derrotas. Puede que no sea mucho pero entre la nada y el vacío, esto es lo que hay.  Y es más que cero, ¿verdad?

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