Vistas de página en total

sábado, 23 de abril de 2011

PARA ESCAPAR DEL LIMBO , O COMO JUSTIFICAR EL NOMBRE DEL BLOG


El poeta Tomás Segovia dibujado por Ramón Gaya en 1948




“Cogidos entre dos mundos, sin tierra firme bajo sus pies, influenciados por un movimiento filosófico irracionalista, con una España de segunda mano, no acaban de abrir los ojos a la realidad. Esa misma vaga disparidad hace que su posición política sea inestable.” Así relataba Max Aub, el más incisivo y brillante de los ensayistas exiliados, una cierta generación de escritores, hijos de la diaspora española, que a partir de 1950 empezaron a escribir en varios frentes de la cultura mesoamericana;  Carlos Blanco Aguinaga, José de la Colina, Manuel Durán, Angelina Muñiz-Huberman, Federico Patán, José  Pascual Buxó, Luis Rius, Roberto Ruiz, Tomás Segovia o Ramón Xirau. Se les conoció como al generación Nepantla, los de enmedio en lengua náhuatl.

Anclados a un mundo del cual fueron expulsados y alejados de las grandes narrativas de la resistencia y la victoria de la II Guerra Mundial, que mutaron en guerra fría y paranoia anticomunista, ellos mismos no tenían un lugar demasiado cómodo donde encajar. Éran finalmente hijos de una derrota habida en un lejano país que ya no les pertenecía porqué no era parte de su vida real. Éran, además, parte sustancial de un ghetto entre dorado y autista, el exilio español,  a su vez condenado al olvido y a la integración en una sociedad que les dio regazo, acomodo y poder a cambio de perder toda ilusión de frente popular.


El cardenismo terminó clausurando, en forma bella pero insuficiente, el corto viaje de la revolución mexicana y sus esperanzas sociales. Una etapa mítica que ya no volvería y de la cual todos se escindieron. Los padres venerarían la estatua del general y los hijos olvidarían pronto aquel épico momento que grandilocuencia aparte ni sus ancestros respetaron en su cotidiana negociación con la realpolitik azteca.

No fueron los Nepantla una generación que contara lo suficiente para que su rastro fuera perenne. Vivieron y actuaron en el limbo y el limbo no existe ya ni para la iglesia. Por ello este blog toma tan esotérico aunque la propia e intrincada historia de este grupo literario me queda un poco lejos Como dijo Eduardo Serrato en un viejo blog la cosa nunca dio para tanto:

"Así, la generación Nepantla la veo derrotada por la tribu enemiga de los García Ponce, Elizondo y demás. Reducidos al aula universitaria la convirtieron en un gueto del que no asomaron la cabeza más que de vez en cuando. A lo sumo tomaron una táctica guerrillera: pegar y esconderse. No obstante, gozaron y dispusieron de su círculo consagratoria, aceptaron su papel segundón y se convirtieron en críticos de su mismo sistema"

En todo caso, alguna afinidad queda entre aquello que casi no fue y los que llegamos después a medio camino de la nada. Entre México y España, con tanto mar por en medio, y en obvio proceso de criollización, algunos miramos a nuestro pasado -la biografía que poco a poco perdemos- para hacer de tanto espejo roto un sólida casona donde habitar el futuro. Mientras tanto, en el limbo movedizo de las identidades en liza, sirva Nepantla como frase-fetiche.  Santo y seña para reconstruir el hilo de Ariadna que nos permita volver al hogar si es que este existe.  Y así algún día escapar del limbo. De todas y cada una de las Nepantla que habitamos aún.

No hay comentarios:

Publicar un comentario